lunes, 9 de noviembre de 2009

A dónde quedaron nuestros sueños





A veces el trabajo nos consume... no nos salen las cosas como queremos... la U se vuelve incansable... y nos dejamos de lado a nosotros mismos, lo peor es que nuestra excusa siempre es: "es que no tengo tiempo"...
"El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo. Las personas más ocupadas que conocí en mi vida siempre tenían tiempo para todo. Las que no hacían nada estaban siempre cansadas, no concluían el poco trabajo que debían realizar, y se quejaban de que el día era demasiado corto. Lo que sucedía realmente es que ellas tenían miedo de librar el Buen Combate.
El segundo síntoma de la muerte de nuestros sueños son nuestras certezas. Porque no queremos aceptar la vida como una gran aventura a ser vivida, pasamos a considerarnos sabios, justos y correctos, en lo poco que pedimos a la existencia. Miramos detrás de las murallas de nuestro día a día, oímos el ruido de las lanzas que se quiebran, el olor de sudor y de pólvora, las grandes caídas y las miradas sedientas de conquista de los guerreros. Pero nunca sentimos la alegría, la inmensa alegría que llena el corazón de quien está luchando, porque para éste no importa la victoria ni la derrota, importa apenas luchar en el Buen Combate.
Finalmente, el tercer síntoma de la muerte de nuestros sueños es la Paz. La vida pasa a ser una tarde de domingo, sin pedirnos grandes cosas, y sin exigir más de lo que queremos dar. Consideramos entonces que estamos muy maduros, dejamos de lado las fantasías de la infancia y conseguimos nuestra realización personal y profesional. Pero en verdad, en lo más íntimo de nuestro corazón, sabemos que lo que sucedió fue que renunciamos a la lucha por nuestros sueños, a llevar a cabo el Buen Combate.
Cuando renunciamos a nuestros sueños y encontramos la paz, tenemos un pequeño período de tranquilidad. Pero los sueños muertos comienzan a pudrirse dentro de nosotros y a infestar todo el ambiente en que vivimos.
Comenzamos a volvernos crueles con aquellos que nos rodean y finalmente pasamos a dirigir esta crueldad contra nosotros mismos. Surgen las enfermedades y las psicosis. Lo que queríamos evitar en el combate - la decepción y la derrota - pasa a ser el único legado de nuestra cobardía. Y un buen día, los sueños muertos y podridos tornan el aire más irrespirable, y pasamos a desear la muerte, que nos libra de nuestras certezas, de nuestras ocupaciones y de aquella terrible paz de las tardes de domingo."
Pd. El Post le pertenece al Palas

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